Para aclarar cómo combatir la inflación y la ola de calor hemos de entender primero cómo relacionamos los conceptos de inflación y ola de calor.
La inflación anual según las publicaciones estadísticas oficiales actualmente varía en una horquilla entre el 8 y el 10% y es una preocupación, porque resta valor a los ingresos y se “come” literalmente los ahorros de todos en la misma proporción.
Debido a la debacle de las acciones corporativas que este año han caído hasta un 20% (porcentaje basado en el índice americano S&P 500), los inexistentes rendimientos en la renta fija, el estancamiento de valores refugio como el oro, es difícil encontrar un destino “seguro” a medio o corto plazo para nuestros ahorros.
Si no lo localizamos pronto nos arriesgamos a una pérdida de valor adquisitivo del 10% anual, tal como está la situación en estos momentos.
Por otro lado, nos encontramos con olas de calor que hacen insoportable la convivencia en verano en nuestras viviendas, sobre todo en aquellas que no están bien aisladas. Ello nos fuerza espontáneamente a aumentar el consumo de electricidad con aparatos de aire acondicionado, aerotermia, entre otros, mermando aun mas nuestros recursos económicos limitados.
La mayoría de los ciudadanos ignora que en las viviendas construidas entre los años 60 y 2010 hay una sección constructiva en las fachadas y en las cubiertas, consistente en cavidades de 2 hasta 25 cm o más de espesor, en las que circula aire y se crean “ventoleras”. Estas cámaras son responsables de una pérdida energética tanto en invierno como en verano. Literalmente ayudan a tirar nuestro dinero por la ventana.
El cierre de estas cavidades con materiales de inyección adecuados y naturales, ya sean lanas minerales blancas, lana de roca, celulosa o corcho, puede contribuir a reducir sustancialmente el gasto energético. La inversión realizada aquí en el aislamiento insuflado, que se suele recuperar, según cada caso, en un tiempo de aproximadamente 3 años.
Ello significa para nuestro bolsillo un desembolso de aproximadamente 1.500 € para un piso o 3.000 € para un chalet, que recuperaremos íntegramente en un plazo de amortización de 3 años, en forma de ahorro energético en nuestras cuentas de luz y gas.
Volviendo al aspecto financiero, significa que para una inversión de 1.500 € obtendríamos un retorno de nuestra inversión del 33% anual, traducida a un ahorro de 500 € anuales en facturas de gas y electricidad para el propietario de un piso o 1.000 € anuales para el propietario de un chalet.
El ciudadano por tanto podrá decidir, si dejar su dinero, aunque se trate de un importe pequeño, en el banco, perdiendo un 10% anual, o bien si generar hasta un 33% anual sobre la inversión aprovechando una medida energética de ahorro.
De esta forma, con el aislamiento insuflado combatimos la inflación y la ola de calor eficazmente. Y no hace falta meterse en obras engorrosas. El aislamiento insuflado se puede realizar en un solo día, sin necesidad de mudanzas, andamios o medidas especiales de obra.
Artículo por Ricardo López, Director Técnico de AISLA Y AHORRA, SL
